Colombia, un país lleno de reinados / Opinión Azcárate

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Las mamás, cuando saben que están esperando una niña, se esmeran aún más en la parte estética durante ese proceso. Buscan con precisión el ajuar en tonos pastel, se convierten en artistas para realizar la decoración del cuarto, investigan entre miles de opciones los topos indicados para abrirle las orejas, iniciándole así su camino por el sendero de los coquetos accesorios y hasta alistan cámaras de foto y video para captar el primer instante en que aparezca en este mundo.

Las mujeres sin darnos cuenta iniciamos nuestro camino rodeadas de atención, brillo y luces. Quizás por eso, inconscientemente tendemos a tener cierta debilidad ante todo lo que ponga a prueba nuestra belleza. Es ahí donde los reinados empiezan a jugar un rol importante.

Concursar para saber si uno es la más linda es algo que jamás he entendido. No comprendo la finalidad. Sin embargo no estoy en contra de los certámenes, de hecho los disfruto. Me parecen sumamente divertidos. Me encanta toda la parafernalia, la difusión, la fiesta, las comitivas, el harén de fabulosos estilistas, los vestidos, en fin… Me resultan eventos muy graciosos, folclóricos y pintorescos.

Aquí, el más importante es el nacional de Cartagena. Tiene historia y tradición. Pero paralelamente a ese existe en nuestro país un sinnúmero de concursos de belleza que componen una atmósfera macondiana. Lo raro no es que existan, pero yo me pregunto, en mi propia ignorancia, por qué resultan tan seductores para las mujeres que participan en ellos.

He aquí algunos de los más surrealistas:

  • El reinado del frío, que se realiza en Boyacá. Aparte de que el contexto es cruel por la connotación climática, no capto qué beneficio puede tener una candidata además de una pulmonía. ¿De qué se trata eso? ¿La que más bronco aspire gana? ¿La que tenga el pecho cargado queda de segunda princesa? ¿Cómo es la dinámica? ¿El jurado no les hace preguntas sino que las pone a sonarse? Y ni hablar del premio. Un pañuelo bordado, una bufanda de lana virgen y una afiliación vitalicia a Colsánitas.
  • El reinado intermunicipal de la yuca y el totumo en Tubará. ¿A qué mujer, por los clavos de Cristo, se le puede ocurrir competir en el concurso de un tubérculo? Yo entiendo que uno la yuca se la coma en un plato típico por placer pero de ahí a representarla me quedan mis dudas. ¿Cómo las coronan? Con una tiara de habas y un cetro de ñame? Qué certamen tan nutritivo.
  • El reinado de la papaya. Se realiza en octubre en el departamento del Meta. Decenas de niñas se inscriben para homenajear con orgullo a esta fruta tropical con propiedades laxantes. Al final del evento terminan anaranjadas al exceder su consumo y con varios kilos menos. En el desfile de traje de gala deben pasar la prueba de caminar sobre cáscaras sin fracturarse para que, al final, gane la que más retorcijones tenga.
  • Y por último, el reinado de la sopa. Se lleva a cabo en Riquirré (Cesar). Primero que todo, ¿uno cómo se puede tomar una sopa hirviendo en semejante calor? Con razón le hacen concurso porque si no nadie se le mediría. Las candidatas se preparan desfilando en tanga mientras se deleitan sobre la pasarela con un ardiente caldo de costilla. De esa manera van adaptando el cuerpo para el plato fuerte. Un cuchuco con espinazo burbujeante. Sobra decir que la reina debe tener como cualidad básica un esófago impermeable. Y las respuestas ante el jurado son de suponerse: Caldo con caldo, changua con changua y del mismo modo en el sentido contrario.

«Colombia es la reina. ¡Somos un país único! Lo que sucede aquí no pasa en ninguna otra parte del mundo. Por ahora solo puedo decirles que: ‘Ai am veri felicing de abering escriting esta columning’”.

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